La música cristiana es de origen judío: la liturgia musical de la sinagoga, en particular el canto psalmódico de los judíos como unidad poética musical, fue un legado preciado transmitido del Israel antiguo al cristianismo primitivo, como forma de manifestar tanto a nivel personal como comunitario las creencias religiosas y la fe en Dios.
Buscando salida de la tempestad
Buscando refugio me vine a encontrar
Con un paraíso con una ciudad
Inimaginable te voy a contar
Llegué muy cansado y sin fuerzas en mí
Pensaba que ya no podía resistir
Quería tan solo una tregua tomar
Por sólo un momento quería descansar
Y me recibió un hombre incomparable
Te he estado esperando
Me dijo y me sonrió
Y me llevó a un río cristalino
Y en el lavó las heridas
Que el pecado me causó
Y me alimentó del árbol de la vida
Y puso en mis espaldas
Un manto de perdón
Te puedes quedar me dijo si deseas
Es para ti, lo que miras
con mi sangre lo compré
Entoncés pude ver
Las heridas de sus manos y sus pies
Que por mí sufrió